El río Tormes se ha esfumado y en su lugar quedan los restos de una verdad escondida. La rotura de la pesquera ha transformado un tramo de su cauce, dañando el ecosistema y dejando a la vista nuestras vegüenzas en forma de latas y bolsas de plástico. Como en otras ocasiones, Enrique Carrascal ha sabido convertir la realidad que escuece en una bella imagen.
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