Aunque el pasado 23 de septiembre entramos oficialmente en el otoño, es el cambio de hora, el último fin de semana de octubre, cuando definitivamente nos adentramos en la entrañas de las estaciones de lluvia y frío. Será este fin de semana, la madrugada del sábado al domingo cuando adoptemos el horario de invierno. A las tres de la mañana serán las dos, lo que nos permitirá una hora más de sueño.
Pese a la multitud de propuestas en contra y de críticas que se rebelan ante este cambio bianual, hoy en día sigue siendo una realidad que se practica en casi todo el mundo.
¿Y de dónde viene esta norma? Lo cierto es que Benjamin Franklin ya lo había propuesto en el siglo XIX, aunque sin demasiado éxito. Cien años después, en 1974 se implantó de manera obligatoria en los países de la Unión Europea, con motivo del ahorro energético que supondría esta modificación horaria y así poder salir de la crisis del petróleo que en esos momentos atenazaba Europa.
España ya había cambiado su hora anteriormente, en 1940 para igualarse a la de Alemania, por lo que el cambio de horario de octubre nos lleva al huso horario que nos corresponde, según el meridiano de Greenwich. Entre los efectos del próximo cambio de hora, como ya sabemos: una hora más de sueño, amanecerá una hora antes e inmediatamente, el domingo oscurecerá 60 minutos más pronto, a las 18:17 horas.